España es la principal nación productora de trufas cultivadas. Tras un arduo estudio, en el que intervinieron la sanidad del País Vasco, la facultad de medicina UPV y un biólogo, más un micólogo para clasificarlas, se llega a la conclusión que son trufas y que son consumibles, algo que se llevaba haciendo desde hace años en su lugar de origen. Las trufas son conocidas por su sabor intenso y terroso, pero su perfil de sabor va más allá de eso. El bien y el mal, la luz y las tinieblas, la verdad y la mentira son leyes de la naturaleza: querer hallar solas a las divinidades propicias, es querer lo imposible. Combina bien con huevos, risotto, pasta, puré de patatas y carnes principalmente. El caballo izquierdo se aproxime tanto á la meta, que parezca que el cubo de la bien construída rueda haya de llegar al tronco, pero guárdate de chocar con la piedra: no sea que hieras á los corceles, rompas el carro y causes el regocijo de los demás y la confusión de ti mismo. Si bien hay otras truferas en desarrollo en el país, ninguna otra está exportando actualmente. Pero este arte simbólico, infantil y rudo, que apenas traspasa los límites del enigma paremiológico, ni parece inventado con otro fin que el de presentar á la inteligencia fáciles semejanzas y analogías que aviven la atención y fortalezcan el recuerdo, aparece sometido en otros tratados de la enciclopedia luliana á una concepción artística superior, que se encarna en las aventuras de un personaje ó en el desarrollo de una situación culminante.
Había dado la yegua á Agamenón, como presente, Equépolo, hijo de Anquises, por no seguirle á la ventosa Ilión y gozar tranquilo en la vasta Sición, donde moraba, de la abundante riqueza que Júpiter le concediera; ésta fué la yegua que Menelao unció al yugo, la cual estaba deseosa de correr.-Fué el cuarto en aparejar los corceles de hermoso pelo Antíloco, hijo ilustre del magnánimo rey Néstor Nelida: de su carro tiraban caballos de Pilos, de pies ligeros. Alzóse luego el rubio Menelao, noble hijo de Atreo, y unció al carro la corredora yegua Eta, propia de Agamenón, y su veloz caballo Podargo. Y la diosa, irritada, se encaminó al momento hacia el hijo de Admeto y le rompió el yugo: cada yegua se fué por su lado, fuera de camino; el timón cayó á tierra, y el héroe vino al suelo, junto á una rueda, hirióse en los codos, boca y narices, se rompió la frente por encima de las cejas, se le arrasaron los ojos de lágrimas y la voz, vigorosa y sonora, se le cortó. Afligióse el héroe, y las lágrimas humedecieron sus ojos al ver que las yeguas corrían más que antes, y en cambio sus caballos aflojaban, porque ya no sentían el azote.
De lo contrario, lo que se considera como un condimento gourmet puede desperdiciarse si no sabemos utilizarlos de forma adecuada. Un tronco seco de encina ó de pino, que la lluvia no ha podrido aún, sobresale un codo de la tierra; encuéntranse á uno y otro lado del mismo, cuando el camino acaba, sendas piedras blancas; y luego el terreno es llano por todas partes y propio para las carreras de carros: el tronco debe de haber pertenecido á la tumba de un hombre que ha tiempo murió, ó fué puesto como mojón por los antiguos; y ahora el divino Aquiles, el de los pies ligeros, lo ha elegido por meta. Y éstos, alejándose de las naves, corrían por la llanura con suma rapidez; la polvareda que levantaban envolvíales el pecho como una nube ó un torbellino, y las crines ondeaban al soplo del viento. Diomedes le hubiera pasado delante, ó por lo menos hubiera conseguido que la victoria quedase indecisa si Febo Apolo, que estaba irritado con el hijo de Tideo, no le hubiese hecho caer de las manos el lustroso látigo.
Precisamente esta falta de información generalizada, así como una falta de interés o perro de caza de trufas posibilidades de una gran parte de la población para la búsqueda o la compra de trufas, es lo que históricamente ha hecho de la trufa un alimento sobre el que ha sobrevolado siempre un halo de misterio. Llegó pues la prueba positiva, y el asado otaitiano, despues de limpiar la poca ceniza y tierra que aun conservaba, de las cuales podia preservarse otra vez, fue aprobado por unanimidad. Primeramente, apagaron con negro vino la parte de la pira á que alcanzó la llama y la ceniza cayó en abundancia; después, recogieron, llorando, los blancos huesos del dulce amigo y los encerraron en una urna de oro, cubiertos por doble capa de grasa; dejaron la urna en la tienda, tendiendo sobre la misma un sutil velo; trazaron el ámbito del túmulo en torno de la pira; echaron los cimientos, é inmediatamente amontonaron la tierra que antes habían excavado. El Tidida guió los solípedos caballos, desviándolos un poco, y se adelantó un gran espacio á todos los demás; porque Minerva vigorizó sus corceles y le concedió á él la gloria del triunfo. Pero yo permaneceré quieto, y también los solípedos corceles, porque perdieron al ilustre y benigno auriga que tantas veces derramó aceite sobre sus crines, después de lavarlos con agua pura.